La gente estaría más dispuesta a linchar a un grupo estudiantil insurrecto por invadir un estadio que por lanzar cockteles molotov en las calles de la ciudad. Nadie sería solidario con aquel que osase tocar el sancta sanctorum del tiempo libre popular del s.XXI.
El Deporte queda por encima de ideologías, axiomas y radicalismos. El deporte es un derroche de energía que representa la liberación con respecto al trabajo que debe ser hecho. No tenemos por qué hacer deporte, pero lo hacemos.
El deporte no es sólo una reivindicación de libertad individual (consciente o no), es una competición, que demuestra quién es o no el macho alfa. Digan lo que digan, lo importante no es participar, es ganar.
El deporte sobre el deporte es el espectáculo deportivo, que permite a la masa participar de sus virtudes. Tiene una virtud icónica, permite al espectador participar de la salud que éste desprende, del buen estado físico y de la pasión, sin realizar los sacrificios necesarios para llegar a ese cúlmen físico.
Desde hace miles de años los seres humanos han creado imágenes con fines mágico-religiosos, informativos o de mero placer. Las imágenes con fines mágico-religiosos se basaban en la confusión entre lo representado y la representación, creyendo que la representación participaba en cierta medida de las cualidades de aquello que representaba. Esta cualidad icónica está presente en las imágenes de los jugadores de fútbol que se admiran los domingos. Viéndolos, sufriendo con ellos o aconsejándolos, el espectador cree participar en cierta medida de su gloria, fama o fortuna.
Esta participación en su salud es un ejercicio voyeurístico que sólo ejercita realmente la agresividad y competitividad, sin ninguna de las ventajas de hacer deporte, como es la autodisciplina y el control sobre el cuerpo.
Este deporte al cuadrado genera el deporte al cubo: el discurso sobre el deporte como espectáculo de masas. La prensa deportiva habla sobre el deporte realizado frente a las cámaras y también sobre la opinión de otros medios de comunicación deportivos sobre ese mismo acontecimiento deportivo.
A fecha de hoy es más importante el discurso que el deporte, que bien podría falsearse con un complot mediático como se dice que se falseó la primera ocasión en que un hombre pisó la luna. Las charlas sobre ello adquieren tintes políticos, y usan los mismos métodos y aspectos de crítica. La confusión llega hasta el punto en el que hablar sobre deporte parece significar para el hablante el ser deportista, aunque no practique deporte alguno.
Es decir, la gente habla de algo que no practica, que no conoce y sobre lo que no tendría criterios empíricos para opinar, produciendo un lenguaje meramente fáctico desde el punto de vista de Jackobson. Lo que hace es relacionar a los hablantes, genera un tema de conversación sobre el que estar de acuerdo o disentir en grupo, permitiendo tener abierto el canal comunicativo.
Siendo una cháchara sobre algo calificado como derroche, es el derroche al cubo, y por ello el máximo exponente del consumismo, ya que mediante esto el ciudadano se consume a sí mismo. El consumo es un valor tan arraigado en nuestra sociedad como derecho inalienable, que nadie, jamás, podría asaltar un estadio el día de la final con ninguna reivindicación y salir indemne.
Sunday, November 12, 2006
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1 comment:
Te amo
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