El día en que sea mi presencia la que añores, pero abrazándote no pueda arreglarlo. El día que tus ojos ya no signifiquen nada y a mis cuarenta y tantos quizá tenga de qué arrepentirme.
Queríamos un espacio pequeño, el más pequeño que pudiera separarnos y era el mar entero. No había forma de tener nuestro espacio sin ahogarnos.
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