Wednesday, April 23, 2008

Y no le pondré nombre

Llevaba cansada varios meses. Ese cansancio que siempre se atribuye a la resaca del sábado, la vaguería del domingo, lo aburrido del lunes y el trabajo a lo largo de toda la semana el resto del tiempo. Finalmente, decidí ir al médico, por eso del qué dirán, recéteme unas vitaminas, deme alguna droga para descansar más, más rápido y mejor. 

Al cabo de dos análisis de sangre, una charla por insistir en seguir fumando y tres semanas, me fui de ahí con una receta de lexatín, la recomendación de tomar un suplemento vitamínico y órdenes de ir a ver al ginecólogo. El resto de los hechos, los omití porque no me gusta recordar cosas malas, nunca es bonito que te digan que cabe la posibilidad de que no estés cansada, sino que tengas cáncer.

Gracias a esa misma habilidad magistral para olvidar las cosas que no me agradan, aplacé la siguiente visita médica varias semanas. Pero día tras día pasan las semanas y al final llegué a que me dijeran de qué iba el asunto.

Se resumió en un verá usted, no se alarme, tiene una formación celular anómala en el cuello del útero, pero es benigna, no se preocupe. Con esas cosas me da la risa. Me está diciendo que tengo que tomar medicación durante tres meses para quitarme de dentro algo que no debería preocuparme. Eso es como inteligencia militar. Si es bueno, llamémoslo tubérculo y esperemos que florezca, que es primavera. Si para cuando llegue el verano mi preocupación no es poner nombre a mi patatitas, no me diga tonterías, caballero. Si lo que me está diciendo es también que voy a hacer un bien a la humanidad porque con eso y otras cosas es altamente improbable que pueda tener hijos, con lo cual ayudaré a combatir la superpoblación galopante que nos ahoga, brindemos, porque es una causa justa.

Pasando el tiempo otra vez, un día tras de otro, han pasado tres meses, o cuatro, o no sé cuántos. Debería volver a hablar con este hombre. Tomé mi medicación como una niña buena y, si he de decir la verdad, sigo cansada. Tiene un punto adolescente bulímico el vomitar casi todo lo que uno come, y me ahorro un dineral en productos dietéticos. Lo malo es que las formaciones celulares anómalas buenas no sangran continuamente durante alrededor de un mes, así que quizá se haya pasado al lado oscuro de la fuerza, ¿quién sabe?

Un día de estos me paso a abrir una botella de vino con el doctor.





1 comment:

Corto Maltés said...

Fa temps que no xarrem...

cuida't, boniqueta :)