Beirut

Llevamos cuatro días. Todo bien los tres primero. El cuarto, es decir, hoy barra ayer (aún no me he acostado) nos levantamos con noticias. Enfrentamientos en el Norte. Es decir, ahora los hay al Sur y al Norte. Se cierra la frontera con Siria. Después de comer eran 15 muertos. 15 familias. Ahora miramos Tote, Bloch y yo la red y va por la cuarentena, entre civiles, militares y miembros de grupos militarizados.

Hay tanques pasando por las calles. Muchos miliares. Los había desde el primer día, pero ahora hay más. Mientras subía la cámara a la furgo pasaban camiones y camiones con ellos, sentados, con los fusiles apuntando hacia fuera y muy serios. Comimos frente al mar, en la corniche, al lado de una mezquita. Hoy había un tanque y un control. Ayer no. Luego hubieron más controles. Muchos.

Luego fuimos al barrio cristiano. Conforme pasamos por frente de un centro comercial, estalló una bomba. Creo que hubo un muerto y una veintena de heridos. Tomamos una copa en un bar y volvimos al hotel. Mañana rodamos en ese barrio. Hoy quisimos pero no pudimos. Yo quería, para qué negarlos. De hecho, me quería ir sola a dar un paseo. Lo hice el otro día. Veo las imágenes en la tele y me cabrean. Quiero estar ahí. Me ha gustado el lugar y no me está gustando lo que ocurre. Lo que veo en las noticias no es lo que me cuenta la gente. La situación es más compleja y más sencilla y no es lo que vende la prensa.

Y... y me quiero quedar aquí. Sin bromas.

A ver qué tal día mañana. El acceso a la red no me es especialmente sencillo, que digamos.

Es un país bello. Muy bello. La gente es bella. La tierra es bella. El mar es bello.

Espero que mañana no haya más muertos. Las caras de Ahmad y Ali esta mañana eran terribles. No me preocupé hasta que no les vi la cara. Espero que mañana sonrían algo.