Saturday, July 14, 2007

Dark Sabbat - con todo mi cariño

Hace algo más de cinco años me vine a vivir a Madrid. No había cumplido aún los 20 y quería ver mundo, meterme cosas las los ojos y llenármelos de recuerdos. Quería conocer cosas diferentes, cosas que se suponía que no debería conocer y meterme en las esquinas más oscuras que pudiera encontrar.

Tras dar un par de vueltas por los bares, visité la red, y en la red, di con las fiestas que Antonio y Bea organizaban en El Anuet. Fui con una persona a la que no conocía de nada, a un lugar que no sabía ubicar en un mapa, a rodearme de gente completamente extraña y que no estaba muy segura de qué pie cojeaba. Cojear, lo que se dice cojear, nadie llevaba una pata de palo, pero la primera impresión fue más que curiosa. Me gustó. Mucho. Así que volví.

Pasaron los años y seguí volviendo. Fui conociendo gente, recabando experiencias y llegando a conclusiones propias. Lo que me interesaba y lo que no. Ahora soy bastante sectaria en ese aspecto, dado que creo, firmemente, que la mayoría de gente no sabe qué quiere o no lo va a admitir, así que mejor no discutir. Ser feliz es demasiado complicado, que cada uno lo sea como pueda.

Conocí, por suerte, a gran cantidad de idiotas. El mundo del BDSM está lleno de ellos, de frikis sin un lugar en el mundo que acaban recluidos en un rincón oscuro porque de noche todos los gatos son pardos. Por desgracia, eso me permitió reconocer a la gente interesante que era sustancialmente menos. De esa gente aparentemente interesante, un alto porcentaje demostró ser un subhumano encubierto.

Digo subhumano porque hay personas que, de tener que mandar representación intergaláctica frente a formas de vida ajenas a la nuesta, sería mejor sacrificar que enviar.

Entre estas personas cuento a Tremere, como se quiera hacer llamar ahora. Fue un amigo y un amigo querido, durante largo tiempo. Fue querido no sólo por mí, sino por mi pareja, amigo suyo de toda la vida. Con toda, quiero decir toda, con lo bueno y con lo malo.

Tengo mis teorías de por qué se convirtió en un idiota, pero son sólo mías y no perdono las razones que creo entrever. Creo entrever que, por circunstancias, se sintió el más guay del gallinero y esa sensación le gustó. Le gustó por encima de la gente que siempre había estado ahí. Prefería ser el más chulo de un mundo creado a través de vínculos virtuales, de ese mundo no oficial que poca gente admite que vive, porque ni es real ni se desea que lo sea, que afrontar la realidad. Cielo mío, si quires ser el rey de un guetto, te lo regalo. Quédatelo. Disfrútalo. Devóralo. Pero no hacía falta traicionar a la gente que te quería para ello. Sólo tenías que decir lo que querías para tenerlo, porque igual que siempre te ayudamos en lo que te hacía falta, no hubiera sido diferente.

Pero es la naturaleza humana. Se dispara primero, se pregunta después. Los cadáveres no hablan. En general, el BDSM me ha servido para saber, de forma inequívoca, que la gente no es buena. Tengo fé en ello pese a todo.

No le perdono que haya dejado de ser mi amigo. No le perdono que me hayan roto un pequeño submundo en el que me sentía cómoda. No perdono las traiciones y, menos aún, las rastreras.

No les deseo suerte, les deseo justicia.

2 comments:

N. said...

Sinceridad y confesiones, vol.1

Anonymous said...

Hola guapa.

Tenía mono de escribir algo en tu blog.

Bonitas fotos las de Jordania. Parece un lugar digno de ser visitado.

Sobre esta última entrada, comparto tu dolor. Confía en que la justicia llegará. Porque siempre llega. El tiempo pasa y tarde o temprano descubres que pagaron por sus pecados ¡Y la satisfacción es tan grande!

El pobre simplemente tiene complejos y falta de autoestima y para compensar traiciona si hace falta. En el fondo da pena.

No te merece. No sabe verte. Luego no es digno de que le dediques ni un segundo de tu tiempo.

Un besazo tesoro,
tTiger

P.D.: en cuanto termine con los dientes quedamos.